Una de las cosas más festivas del 18 es que finalmente se acapara todo septiembre; todo -sobre todo los asuntos laborales- es en función de esos dos gloriosos días feriados.
Todo se planea para antes o después del 18, las oficinas suelen tener almuerzos, eventos o al menos convivencias dieciocheras, varios colegios tienen una semana de vacaciones y eso altera las rutinas y más todavía la eficiencia en el trabajo.
Es cierto que, como todo feriado, implica que hay que concentrar el trabajo en los periodos anteriores o bien se acumula para después. Pero lo lindo es que por una vez al año, durante casi un mes, la eficiencia no es lo que más importa.
Me dieron la semana libre en el trabajo. No se si reír o llorar de la emoción.
Creo que es un total despropósito trabajar esta semana. No suelo ser de esas personas que andan pidiendo feriados por todo, pero de verdad que estos días nadie trabaja nada.
Hoy en mi oficina es el asado dieciochero, por lo que desde las 13.00 nadie hará nada. Lo mismo el miércoles, en que probablemente nos iremos temprano. Y para los que tenemos hijos que sí tienen vacaciones toda la semana sería increíble poder aprovechar de estar con ellos.