Spandau Ballet: Soul Boys of the Western World

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por Nader C.

Tener 23 años y hacerla en grande. Una banda de chicos guapos que son gusto de intelectuales y que se dedican, entre otros pasatiempos, a establecer nuevos parámetros para la moda, creando una sofisticada ilusión de clase. Pasar el tiempo subiéndose a escenarios como Robin Hoods de clase media o beduinos proletarios, o ir a romperla a Nueva York junto a un selecto grupo de Blitz Kids, o dormir dos horas para despertar con la piel tostada bajo el sol de Saint-Tropez. Esa misma juventud de la que habla Falco en Junge Roemer: jóvenes romanos, la noche es joven como ustedes.

Spandau Ballet tuvieron todo eso y mucho más, y lo que este documental nos muestra es una especie de guía paso a paso para cualquier banda de adolescentes superficiales con grandes aspiraciones. El talento de cada integrante (porque vaya que lo tenían) era el mecanismo perfecto para hacer funcionar las composiciones de Gary Kemp, quien desde el comienzo figura como líder de la banda. Es el que más habla, casi con rabia, de lo que significan para la nueva escena, aquella que mezcla el New Romantic con el Soul a principios de los ochenta. Kemp es el personaje principal del documental. Vamos pasando la página escuchando sus entrevistas, viendo el ascenso de la banda a través de sus ojos, desde To Cut a Long Story Short (1980) hasta alcanzar la cima con ese zeppelin melódico que es True (1983). Él es el odioso adolescente que a la larga recibe su merecido por haber apuntado su arco hacia el cielo y el que se redime tras pasar por tribunales en un acto que parece sacado de La Orestíada (con coro incluido, claro está). Este documental cuenta la historia de la banda, pero de pasada nos permite observar los efectos de la fama en un joven que se mira al espejo y piensa que será el próximo Elvis.

Pero qué fantásticos que fueron. Cuántos de nosotros crecimos escuchando True, buscando el plato de suflitos en fiestas oscuras donde niños y niñas se sentaban en fila, frente a frente: un solo de sintetizador y guitarra. Y luego siguió Gold, otro monosílabo que significó la consolidación de la banda, que llegó al fin a la cima del Everest para clavar allí su quitasol dorado. Pero al tomar los binoculares y observar las otras cimas, oh desgracia, hay otros tipejos parapetados en otro risco aún más alto. Se llaman Duran Duran, y más allá en otro cerrito, un Boy George con una medallita de Lady Di y aún más distantes, pero no tal alto, unos Human League ascendiendo lentos pero seguros, sin un rasguño en sus trajes de noche. Es el precio de la fama, después de todo. No puedes decir todas esas bravuconerías a la prensa y esperar a no tener rivales en la carrera. Uno de los momentos más notables de Spandau Ballet: Soul Boys of the Western World, es justamente cuando se enfrentan a Duran Duran en el Pop Quiz de la BBC. El hecho de que dos bandas compitan en un show de “conocimiento” sobre música es absolutamente genial, sobre todo cuando también implica el conocimiento de las canciones de la banda rival. Ganan los últimos con marcador 52-40 y los chicos de Spandau se retiran, humillados y furiosos, como cuando los niños se hacen los grandes frente a los demás y de pronto escuchan el grito destemplado de mamá.

Han pasado bastantes años ya desde Through The Barricades (veintiocho, para ser exactos) y debo reconocer que aún me produce escalofríos. El inicio, las risas de los niños, el tambor de la marcha, las campanas y el saxofón, las barricadas de Irlanda del Norte, aquellos a los cuales se les arrebató un idioma, aquellos humillados por la exactitud inglesa encarnada en la figura de Margaret Thatcher. Es una canción profunda, política y de innegable naturaleza pop. Y cuando cantan: And now I know what they’re are saying / It’s a terrible beauty we’ve made (ahora sé lo que dicen, es una belleza terrible la que hemos creado), sé muy bien que bajo todos los ropajes lujosos, dentro de los Bentleys negros camino a algún Live Aid, guardaban muy bien sus libritos de W.B. Yeats, cuidando que no se mojaran con el hielo del champagne. Con eso, me quedo tranquilo.

Acá el trailer de Spandau Ballet: Soul Boys of the Western World: