por Fernanda
Tod@s alguna vez hemos querido abandonar una conversación en la que no queremos seguir escuchando al interlocutor por alguna u otra razón. Muchas veces vemos cómo la persona mueve los labios, pero dejamos de escucharla porque sólo pensamos e imaginamos posibilidades realistas (y a veces no tanto) de salir lo más rápido posible de ahí.
Por eso la primera vez que ví la película “Crazy, Stupid, Love.” una de las escenas que me hizo explotar de la risa fue la de Steve Carell y Julianne Moore en el auto.
Ella necesita conversar sobre el posible divorcio y su historia de infidelidad, él la escucha dos segundos mientras van de vuelta a su casa y le advierte que no quiere saber más del tema, pero ella insiste en que deben hablar las cosas porque “es lo mejor”. Ante esto, la única opción de él para dejar de escuchar lo que expresamente pidió no hacer, es abrir la puerta y lanzarse porque eso le parecía mucho menos doloroso que lo que implicaba el desenlace conversación.
A quién no le ha pasado