Entrevista a Isabel Ayguavives: el cine y la memoria

Isa - Chile - Foto Romina Forno
por Mariana y punto, foto: Romina Forno

Isabel Ayguavives nació en Ferrol, España, pero su primer largometraje lo vino a filmar a Chile. Hace más de trece años, Isabel acompañó a un amigo que venía a visitar a su familia a la que no veía desde hace años, y las imágenes que vio se le quedaron rondando por mucho tiempo. Hasta que espontáneamente escribió el guión de El árbol magnético, película que se estrena en Chile el 7 de agosto.

“Unas navidades pasaron por televisión “Cómo se hizo El Imperio Contraataca”. Yo tenía 7 años y entendí que detrás de las películas había gente que las hacía y que eso era una profesión. Aquella fue mi primera clase de historia del cine. Melies, Ray Harryhausen… Empecé a hacer experimentos animando muñecos de plastilina porque unos niños lo hacían en el documental. Supongo que ahí empezó todo. Mi padre era corresponsal de tv, fotógrafo y abrió el primer videoclub de mi ciudad. Siempre he estado rodeada de material audiovisual. Pero fue durante la carrera de Imagen cuando realmente empecé a orientar hacia el cine una inquietud artística difusa”. Así decidió dedicarse al cine.

¿El árbol magnético se trata sobre un reencuentro familiar, sobre la nostalgia, sobre la relación de primos?
Diría que trata sobre la memoria, sobre nuestra relación con los recuerdos.

¿Qué cineastas o películas han sido referentes para tu cine?
En general me gusta el cine que bebe de la vida y eso abarca una gran variedad. En concreto para esta película revisamos “Las Horas del Verano” (Assayas), “Milou en Mayo” (Malle), títulos de Rohmer, Pialat o Cesc Gay, uno de mis directores españoles actuales favoritos.

¿Qué otras cosas te sirven de inspiración para tu trabajo?
Voy guardando todo tipo de materiales que me resultan sugerentes. Los cuadros de Andrew Wyeth, los relatos de la Bombal y hasta el Summertime de Gershwin estaban entre mis referencias para la película. Pero por encima de todo, la fuente en la que me inspiro es la vida misma.

¿Tienes una familia grande con la que hacen reuniones familiares como la de la película?

Pues la verdad es que no. Ese tipo de reuniones las he vivido en compañía de amigos y después del viaje a Chile, de ahí el impacto que me causó la experiencia. Pero se han convertido en una parte importante de mi vida. Ahora hasta aplico los conocimientos del primo Javier para hacer las barbacoas.

¿Hay algún lugar de tu pasado que te produzca nostalgia como a Nela (la protagonista) la casa familiar?

Hay determinadas playas y acantilados de los alrededores de Ferrol, mi ciudad natal, que visito con frecuencia. También había un árbol especial. Una higuera, en un parque de juegos. Era el centro de reunión de mi pandilla. No he vuelto a visitarlo, pero una amiga fue hace poco y comentó que lo recordaba más grande. Me hizo mucha gracia… porque eso es justo lo que le pasa a Bruno.

¿Dónde y cómo te gusta ver películas?

Mejor en el cine, V.O. y sin cabritas, aunque excepcionalmente me da el antojo.
Acudo a mis cines preferidos y a salas de programación alternativa, que además suelen ofrecer interesantes coloquios tras la proyección y en casa veo muchos dvds que saco de la biblioteca pública.

¿Qué opinas de internet como soporte para el cine?
Creo que es saludable mantener el hábito de salir al cine, al teatro, a un concierto o a tomar una chela… y que internet sea un complemento. Tiene un gran potencial que todavía no dominamos. Personalmente soy bastante torpe con las “ya no tan nuevas” tecnologías y lamento enormemente el cierre de salas. Pero es un hecho que los modos de consumo (como los de producción o distribución) cambian y que hay que adaptarse, concienciar al espectador para que utilice las plataformas legales y hacer una labor pedagógica con las generaciones que llegan. En tecnología nos dan cienmil vueltas pero debemos enseñarles a “ver” cine, en el soporte que sea.